Wednesday, July 05, 2006

Esplendor

Reposo en el esplendor de un torbellino de sábanas blancas, debajo del techo de mi hogar, que es del mismo color. Igualmente las paredes. Un ambiente pulcro, estéril y pacífico. Un haz de luz que, en su reflejo, se concentra cual esfera solar sobre mi cuerpo moribundo. Apenas si puedo, con un gran esfuerzo, levantar uno de mis párpados. Una banca, a mi lado, donde hace unos momentos no recuerdo quién estaba sentado. Frente a mí rostros desconsolados, lágrimas tan pesadas que se derraman por efecto de la gravedad. Conservo la pared, llena de fotografías de momentos felices de mi juventud; de rostros que alguna vez veía a menudo, risueños, llenos de felicidad y con pupilas brillantes y relucientes. Tan sólo en mi memoria, difusas imágenes de aquellas semanas de llanto, de momentos difíciles, no vale la pena comenzar a recordar aquello ahora.

Poco a poco se despliegan siluetas, sombras al pie de mi aposento. Me están arrebatando el alma. Comienzan a acomodarse una tras otra, como si fuese un populoso estadio. Pronto, son una multitud. Sus rostros se esclarecen, tienen gesto de espera y emoción; me esperan a mí. No he olvidado lo vivido: los grandes amores, los éxitos, las experiencias sin sabor y las amargas. Pero todas ellas con el firme propósito de ensancharme la próxima sonrisa que fuese emitida por mis labios. Sería esta entonces, quizás, la más amplia que yo jamás haya gesticulado.

Me levanté a la mañana siguiente. Ya nada pude recordar.

1 comment:

Zauberlehrling said...

Así pasa. También pasa que uno no despierta a la mañana siguiente... Saludos